Leales como un perro.

  Recuerdo cuando era pequeña como una tarde sin previo aviso mi tío llegó a casa de mis abuelos con un perro abandonado que había encontrado en medio del campo, era un pastor alemán, de no más de cinco o seis meses cuyo destino hubiera sido la muerte si mi tío no se hubiera apiadado de el. 

  Recuerdo que llegó asustado, mi tío explicaba a mi abuelo que pasó de largo pero que en mitad del camino se volvió en su busca ya que no podía dejar de pensar que su muerte era segura, "ojú opaito, a mi me ha dao mucha pena, yo lo vi ahí tirao y no he podio evitar traermelo." fueron sus palabras. 

  Mi abuelo, supongo que sintió pena por el y aceptó misericordiosamente que aquel animal formara parte de la familia a pesar de las negativas continuas de mi abuela. 

  Con el paso de los días, observaron que aquel perro sentía un miedo atroz solo de verse en la calle, por lo que era impensable que saliera por su propio pie, por supuesto, también era impensable que pudiera pasar allí metido hasta el resto de sus días, pues era un animal que necesitaba quemar mucha energía diariamente y debía salir al exterior para hacer sus necesidades. 

  En un principio mi abuelo intentó hacerlo salir con paciencia, pero realmente el nunca fue muy dado a la espera y ya estaba muy mayor, así que decidió hacerlo como desde pequeño se lo habían enseñado, y después de darle  una paliza a aquel pobre animal consiguió hacerlo salir a la calle. 

  Aun así, aquel perro siguió siéndole fiel y leal a mi abuelo hasta que quince años después por causas naturales le llegara la muerte. 

  Ahora toca darle sentido a todo lo que os he contado, y es que tras ver esta noticia en todos los medios digitales españoles, no he podido evitar recordar esta dura historia de mi infancia, y por supuesto, no he podido evitar ver la similitud y es que a los españoles no les importa lo fuerte que le den en la boca, seguirán yendo de la mano con el amo que más les humille y más consuman sus derechos. 

Juana la loca.